sábado, 5 de diciembre de 2009

Inciso

Amigos, han bastado tres publicaciones para que un troll de la caverna paleomarxista irrumpa en este blog profiriendo insultos contra mi persona y mis lectores: “totalitario”, “fascista”, “machista”, “subnormales”, etc. (en eso se queda el argumentario de la izquierda actual). Esto es todo un récord, creo que debemos felicitarnos por ello.

Por otra parte han llegado hasta mi por otros conductos una serie de críticas al blog que tienen un denominador común: "como no me gusta lo que leo, lo descalifico en su totalidad y me agarro a lo que sea para realizar dicha descalificación: escribe mal, no es original, no conoce el uso de los párrafos”...Cualquier cosa menos rebatir lo expuesto con argumentos.

Lo de los párrafos (o más bien lo de los espacios entre párrafos, porque en mis tres intervenciones anteriores sí que hay párrafos y puntos y aparte) es un comentario muy válido. Hay que cuidar la presentación.

En cuanto al estilo, entiendo que a alguien cuyos principales y más sesudos referentes literarios sean las aventuras del Capitán Alatriste, Harry Potter o el Código Da Vinci le resulte farragosa mi forma de escribir, pero es que hay ideas complejas que requieren cierto análisis y además, a diferencia de la prensa escrita, los blogs nos brindan la posibilidad de desarrollarlas con holgura por la ausencia de restricciones de espacio.

De todos modos, les invito a que rebatan mis ideas EN EL PROPIO BLOG, no en foros paralelos acerca del blog (cuya existencia me halaga, todo hay que decirlo). Les ruego que al hacerlo no se limiten a insultarme. Insúltenme si lo desean, el insulto es terapéutico, “da mucho gustico”, pero aporta muy poco al debate de ideas. Traten de sustentar sus insultos con argumentos, es un ejercicio intelectual sanísimo, ya verán lo interesante que se pone esto.

Les aseguro que no voy a eliminar ningún comentario. A diferencia de la señora González-Sinde, soy un firme defensor de la libertad de expresión (dentro de los límites que marca el Código Penal, claro está).

Me temo que habrá pocas aportaciones de este tipo, la izquierda española está muy mal acostumbrada. Durante más de 30 años ha disfrutado de una aplastante hegemonía en el terreno de la difusión de ideas. La apisonadora mediática y todo el establishment artístico, intelectual y universitario construido a golpe de subvención y prebenda desde los tiempos de Felipe González, han realizado una eficacísima labor de creación e implantación del pensamiento progresista dominante. El PPD se compone de dogmas recibidos que se repiten constantemente y de modo ubicuo como si se tratase de "mantras", y que jamás se ponen en tela de juicio ni se someten a ningún tipo de tamiz crítico. Algunos ejemplos de estos dogmas son: “la inmigración sólo puede tener efectos positivos para la sociedad", "las diferencias entre hombres y mujeres no son naturales, son producto de la educación sexista, "los niños adoptados por parejas homosexuales tienen un desarrollo totalmente normal que en modo alguno afecta a la formación de su personalidad", etc. Cualquier insensato que ose cuestionar estos dogmas es automáticamente tachado de fascista y totalitario, y ahí termina el debate.

Por todo ello, en España, las personas de izquierdas, acostumbradas a imponer su visión del mundo, no han adquirido hábitos de argumentación. Simplemente no han tenido necesidad de argumentar nada. Cuanto se enfrentan a ideas contrarias a las suyas, no las rebaten, las descalifican en bloque y asunto concluido.

En cambio, hasta época muy reciente, los que no comulgamos con las ruedas de molino del PPD, hemos tenido que expresar nuestras ideas en situación de semiclandestinidad, o por lo menos de "perfil bajo", no nos vayan a tildar de "fascistas", como al final sucede inevitablemente, y este blog es una buena prueba de ello.

Pero de un tiempo a esta parte, se ha empezado a resquebrajar el muro de Jericó de la ideología progresista hispánica. Han empezado a proliferar los medios que difunden ideas liberales y/o conservadoras, de un modo espontáneo y vigoroso, y desde luego no atribuible a la desastrosa política de medios de comunicación de los dos gobiernos del Partido Popular.

Por otra parte, la armada mediática de la izquierda, el grupo PRISA y su buque insignia, el diario El País, empiezan a emitir señales inequívocas de agotamiento, desconcierto, confusión y decadencia.

Todo huele a fin de época, a cambio de paradigma en marcha, lento, tardío, pero inexorable. Ante esta nueva situación, es lógico que cunda el nerviosismo en las filas de la izquierda, pues temen perder el monopolio de la razón y la legitimidad democrática que se han arrogado de modo insolente y totalmente injustificado desde 1982.

Por consiguiente, veremos más insultos, más agresiones y más salidas de tono de lo que sería deseable en los próximos años.

La primera puñalada trapera ha llegado de tapadillo y por la puerta trasera: el intento de colarnos la censura política en Internet (el único medio que nunca han podido controlar) en la infame Ley de Economía Sostenible, de inspiración netamente maoísta-estalinista.

No podemos ni debemos bajar la guardia. Son malos, muy malos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Feminismo a la española (I)

Tras este larguísimo paréntesis, retomo la solitaria tarea de escribir en mi blog. Durante los últimos dos meses me han ocurrido muchas cosas, entre otras, mi (esperado) despido. Una mujer “progresista”, “moderna” y “tolerante” (que alardea de haber sido vecina de nuestro querido ZP), me ha puesto de patitas en la calle con la mayor arbitrariedad y despotismo imaginables. Ya soy un parado más y la fecha de mi exilio se aproxima, pero también tendré más tiempo para dedicárselo a mi blog. Prometí no escribir pegado a la realidad, pero llevo tres días encerrado en casa con gripe y viendo la televisión (algo que no haría en circunstancias normales), y no sé si achacárselo a la fiebre, pero me ha vuelto a hervir la sangre y se ha apoderado de mi un deseo incontenible de denunciar la bazofia ideológica con la que nos bombardean de modo inmisericorde los próceres del socialismo y los medios de comunicación que controlan. Hoy es el día internacional de la erradicación de la violencia contra las mujeres, la que aquí se ha dado en llamar “violencia de género”. Con motivo de tan señalada fecha, el señor Iñaki Gabilondo, heraldo de la progresía por antonomasia desde los remotos tiempos del protofelipismo, ha soltado tal sarta de sandeces sobre el tema de la violencia de género en su telediario opinativo de Cuatro, que han confluido en mí, por breves instantes, sentimientos encontrados de vergüenza ajena, cabreo y melancolía ante la imposibilidad de cuestionar el discurso del pensamiento progresista dominante. Tomo este concepto de Amando de Miguel, por su precisión y por economizar. En adelante me referiré a él por sus siglas: PPD. Según el señor Gabilondo (resumiendo su disertación), los hombres que nunca hemos maltratado a ninguna mujer no nos damos por aludidos cuando oímos hablar de la violencia de género, pero ello, dice el insigne periodista “es un error de enfoque, porque todos somos maltratadores en potencia, ya que milenios de machismo, cultura patriarcal y dominación de la mujer nos ha hecho interiorizar la violencia hacia las mujeres hasta el punto de quedar grabada en nuestra masa encefálica” (textual). De este modo, este gran comunicador, expone, con claridad meridiana, uno de los pilares de la inane ideología zapaterista: el feminismo andrófobo. Según esta visión del mundo y de las relaciones entre los sexos, el hombre es violento por naturaleza, es una bestia cruel y sanguinaria que ha dominado a las mujeres durante milenios (con singular ensañamiento en este país, por el amparo prestado a tan ignominioso estado de cosas por parte del franquismo y el aznarismo). Esta lamentable situación se ha mantenido hasta la llegada del mesías redentor, el espartaco de las féminas, el adalid de la igualdad de género: el señor Rodríguez, que ha venido a impartir justicia y a liberar a las mujeres de su pesado yugo.
Para lograr tan noble propósito, no se han escatimado esfuerzos: se ha recuperado el Derecho Penal de autor. Para los no versados en la materia, el Derecho Penal de autor es el que establece una presunción de culpabilidad en contra de un determinado colectivo por el mero hecho de pertenecer a él. El Derecho Penal de autor es característico de los regímenes totalitarios y predemocráticos. En el Estado-Policía del siglo XIX, existían leyes como la española “Ley de Vagos y Maleantes” que permitía la detención de las personas sin ocupación conocida, los homosexuales y los drogadictos sin que fuese necesario demostrar la comisión de ningún hecho delictivo. En España, el Derecho Penal de autor desapareció con la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social promulgada por el franquismo en 1970…Pare ser rescatado por el PSOE con la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de dicembre. Como en el caso de la Ley de Vagos y Maleantes, la ley de Medidas de Protección General Contra la Violencia de Genero, establece la presunción de culpabilidad de un colectivo: los hombres. En caso de denuncia por malos tratos, la carga de la prueba (de la inexistencia de dichos malos tratos) corresponde a su presunto perpetrador, es decir, el hombre. La ley no prevee la posibilidad de que el hombre pueda ser víctima de malos tratos (para la ideología que la inspira, esto es inconcebible). De hecho, tampoco contempla la posibilidad de que en el contexto de una relación de pareja un hombre pueda ser objeto de malos tratos por parte de otro hombre (caso que ya se ha dado en alguna pareja homosexual que ha solicitado, sin éxtito, el amparo de este engendro). No contento con este disparate legislativo (que está generando y generará enormes injusticias), va el iluminado y crea un Ministerio de Igualdad, cuyo cometido, se supone, es imponer la igualdad de hombres y mujeres contra viento y marea, y contra las leyes de la biología y de la física si fuere menester, y pone al frente del mismo a una analfabeta funcional con gran experiencia en pegar carteles, todo sea por conseguir el objetivo histórico de la liberación de la mujer española de una vez por todas.
Para que el electorado del PSOE y buena parte de la derecha acepten estos dislates de modo acrítico e incluso aplaudan las iniciativas, ha sido preciso inocular en la opinión pública un virus informativo que intentaré formular con precisión:
“España es un país con niveles alarmantes de violencia machista y malos tratos a las mujeres, niveles que no tienen parangón en ningún otro país de su entorno (Europa). Ello es producto y consecuencia de una cultura machista, católica y retrógrada, que ha perdurado hasta nuestros días a causa del franquismo y sus residuos. Por consiguiente, es preciso erradicar esta lacra tomando medidas drásticas y urgentes”.
Pero resulta que esta proposición es FALSA de toda falsedad. El número de casos de malos tratos y agresiones hacia las mujeres en España es comparable al de cualquiera de los países de su entorno, e incluso inferior a la media. Desde luego el número “deseable” para cualquier país es 0, pero en tanto no se alcance esa cifra ideal, sería mejor imponer un poco de racionalidad en esta cuestión, cosa que al PSOE no le interesa en absoluto.
La jugada maestra de la progresía española ha consistido en colocar el fenómeno (real) de la violecia machista en el primer plano de la información para crear un clima de alarma social que justifique medidas excepcionales. Lo que en otros países pertenece al capítulo genérico de “sucesos”, tiene en España su propia sección en cada telediario: “hoy los casos de violencia machista han sido los siguientes, de norte a sur…etc.”.
Lo que en los países de nuestro entorno se combate con el Derecho Penal ordinario, y con medidas policiales y judiciales efectivas (puesto que en una sociedad democrática la violencia que se ejerce hacia otro ser humano es siempre delictiva, con independencia del sexo del autor y la víctima), aquí se combate con una ley que culpabiliza al hombre por el mero hecho de serlo.
Era preciso crear ese clima de opinión para que el señor Rodríguez pudiese colgarse su medallita de feminista redentor y presentar su opción política como la única que verdaderamente comprometida con la igualdad de género, y por tanto la única opción que cualquier mujer en su sano juicio debería apoyar si no desea perpetuar la injusticia a la que la ha sometido el patriarcado que supuestamente defiende la derecha.
Resumiendo, la táctica habitual en Zapatero: un uso hábil de los medios de comunicación para amplificar un problema real pero minoritario y crear una necesidad inexistente que justifique medidas excepcionales y permita captar el voto de un determinado sector del electorado (en este caso el femenino). A continuación, se presenta todo ello como un “logro del progresismo”.
El problema es que todo esto tiene un coste, un coste que hay que socializar. El PSOE actual parece entender el socialismo como “socialización” de los costes de sus errores y dislates. Al igual que ha socializado las pérdidas de la banca por las decisiones irresponsables de ésta haciendo que el contribuyente corra con los gastos, los hombres tenemos que asumir los costes de esa irresponsable política de promoción de la androfobia, pagamos incluso los que nunca hemos ejercido ningún tipo de violencia contra las mujeres. Es justo que así sea, porque como dice Iñaki, tenemos la violencia grabada en nuestra masa encefálica, es nuestro pecado original, el pecado de Adán.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La "giliprogresía" (I)

Después de una dura jornada de trabajo en un empleo mal retribuido para mi nivel de formación y experiencia, y con escasas (por no decir nulas) posibilidades de movilidad laboral en dirección ascendente (situación en la que se encuentra el 90% de los asalariados españoles que trabajan para el sector privado) me doy un paseo por los canales de la insufrible televisión de esta prisión de naciones (eso que ahora llaman zapping) y me encuentro con la ración diaria de papilla progresista que se suministra a cucharaditas y con mucho amor a este desgraciado pueblo desde hace 30 años más o menos, con escasas variaciones (incluso durante el “aznarato”). Veo a Evo Morales balbuceando pueriles proclamas indigenistas en la facultad de Ciencias Económicas de la Complutense y vitoreado por progresistas y bienpensantes estudiantes universitarios, que a buen seguro son asiduos lectores de El País y fans de “el gran Wyoming”, de esos que son incapaces de hacer un examen sin cometer como mínimo 10 faltas de ortografía. Veo a la presentadora del telediario de la 1 hablando del aniversario de la caída de Lehman Brothers como ejemplo de la perfidia del neoliberalismo y el capitalismo salvaje de los Estados Unidos, etc. Es decir, el pan nuestro de cada día. Sin embargo, no quiero que este blog esté demasiado “pegado” a la actualidad. Por lo que he podido comprobar, otros blogueros cumplen con este cometido extraordinariamente bien y no pretendo ocupar su espacio. Me interesa más analizar y comprender como hemos llegado hasta aquí; cómo es posible que la octava economía del planeta esté gobernada por un analfabeto económico confeso que coloca a señoritas con estudios secundarios al frente de ministerios de utilidad desconocida y que este personaje mantenga unas cotas de popularidad envidiables para cualquier político europeo cuando la tasa de desempleo está a punto de alcanzar la barrera histórica del 20%. Ciertamente es un caso digno de estudio y las respuestas no son fáciles. Si tienen paciencia, intentaré explicarles cómo creo yo que hemos llegado hasta aquí.
Empecemos por ponernos de acuerdo en la nomenclatura: grábense esta palabra en sus mentes: GILIPROGRESÍA. Podría haber buscado cualquier otro vocablo, pero creo que designa bien, de una manera castiza y popular si se quiere, al sistema de pensamiento dominante en esta malograda piel de toro. ¿Qué es la giliprogresía? Primero definamos lo que no es: no es, ni tiene nada que ver con la izquierda clásica, la de Marx y Engels, la de Lenin y Trotsky. No es, desde luego, comunismo, ni socialismo, ni marxismo-leninismo, ni estalinismo, ni siquiera es social-democracia. Bien es cierto que la giliprogresía recurre constantemente a la retórica obrerista de la izquierda clásica y que escenifica sin ningún empacho su liturgia (“La Internacional”, puños en alto, pañuelos rojos, etc.), pero lo hace sin ningún convencimiento: se trata de burdos trucos de mercadotecnia para no perder el voto útil de los nostálgicos del estalinismo y de los despistados que no se han enterado de que el marxismo llevado a la praxis política (que no como explicación del mundo) murió en 1990 y está sepultado bajo varias toneladas de hormigón, el que se utilizó para construir el muro de Berlín y que con tanto entusiasmo derribaron los habitantes del paraíso del proletariado.
No, no señores, la giliprogresía no es hija del octubre de 1917, es un vástago del mayo de 1968 (pocos meses después viene al mundo el que escribe estas líneas). Ahí se gestó el pintoresco cóctel de ideas del que se compone. Ideas trasnochadas, desacreditadas, superadas por la realidad y por los conocimientos científicos actuales, y relegadas a la marginalidad en toda Europa occidental, con la honrosa excepción de esta aldea poblada por irreductibles íberos que resiste ahora y siempre al invasor: el sentido común.
El drama de la izquierda europea es que la caída del estalinismo a principios de los años 90 del s. XX la privó de su principal patrocinador y referente espiritual: la Unión Soviética. Como a la vista de los acontecimientos era imposible seguir manteniendo la ficción de la viabilidad de las sociedades del bloque del Este como alternativa al capitalismo occidental, se hizo necesaria una puesta al día de los partidos socialistas y comunistas de las sociedades democráticas, un lavado de cara que pasaba por eliminar del discurso y del programa político los últimos residuos del marxismo, pues éste había quedado en evidencia al constatarse el fracaso de las sociedades en las que se había llevado a la práctica. Por consiguiente, se produjo de la noche a la mañana un vacío, un auténtico agujero negro en el seno de la izquierda, y ese vacío hubo que llenarlo con una serie de elementos que no provenían del socialismo clásico, pues por imperativo de las circunstancias era preciso desvincularse de éste. ¿Cuáles son los ingredientes que han venido a sustituirlo? Los iremos desgranando en sucesivas entregas, pero de momento no está de más enumerarlos:

- El ecologismo fundamentalista.
- El feminismo radical.
- El antiamericanismo
- El antisemitismo (variación del anterior)
- El multiculturalismo
- El anticatolicismo feroz (que no laicismo)
- El revisionismo histórico (revanchismo de guante blanco)
- El indigenismo (variación del multiculturalismo)
- La exaltación e idealización de la homosexualidad en todas sus formas como ejemplo supremo de liberación personal y colectiva.
- El odio a la tradición judeocristiana y occidental.
- El antiespañolismo y su complemento: la connivencia con los separatismos.
- La misandria (el odio a los varones y a la masculinidad).
- El antiliberalismo (para degradarlo, al liberalismo se le suele colocar el prefijo “neo”, una costumbre muy giliprogre que tiene su porqué: neoliberal, neocon, etc., ya hablaremos de ello).

Hay alguno más, pero estos son los más importantes. Obsérvese lo profuso de la palabra “odio” y del prefijo “anti” en esa lista. Su uso no es gratuito en absoluto: se trata de una ideología “reaccionaria” en el sentido estricto de la palabra, pues se define por oposición al contrario. Su principal herramienta dialéctica es el fomento del rencor y el odio, pues abandonados los objetivos de redistribución de la riqueza y justicia social de la socialdemocracia, carece de un proyecto alternativo que oponer al del capitalismo liberal, y por tanto necesita fomentar odios y fobias, y recurrir permanentemente a la demonización del adversario, para legitimarse y mantener la adhesión de su electorado.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Presentación

Se inicia aquí la andadura de este blog de incierto porvenir, pues, como reza el título, tarde o temprano terminará con mi exilio (interior o exterior). Sé que lo que voy a escribir es impopular, que va contra corriente, que levantará ampollas, que me granjeará enemigos, pero no tengo mucho que perder y, por otra parte, para lo que me queda en este convento, me cagaré dentro, así que vale la pena asumir esos riesgos. Procuraré, eso sí, expresar mis ideas del modo más ameno y diáfano posible, y espero no caer en ese ejercicio de autocomplacencia y onanismo literario en que se convierten muchos blogs. Afortunadamente ese maravilloso invento que es Internet me brinda la oportunidad de eludir la férrea censura de la corrección política. ¿Por qué empezar ahora a escribir en blogosfera? Por una necesidad imperiosa de defenderme. Es mi derecho y mi obligación rebelarme de una vez por todas contra la mordaza que desde el pensamiento progresista dominante se nos intenta poner en este país (hasta ahora llamado España) a todos los que no comulgamos con sus ruedas de molino. Estoy harto, hastiado, de que se me acuse constantemente, de un modo injusto y gratuito, de ser todo lo que NO soy: machista, racista, xenófobo, autoritario, intolerante, retrógrado, conservador, etc., etc., sólo por ser un varón de más de 40 años que vota (tras un larguísimo proceso vital de reflexión y evolución de las ideas políticas propias) al Partido Popular, a falta de una alternativa mejor, y con escaso entusiasmo, todo hay que decirlo (lo más tremendo del asunto es que en un país que se jacta de ser moderno, democrático y tolerante, la declaración de preferencia por esa opción política es ya, en sí misma, un acto temerario). En realidad soy un personaje muy representativo de mi generación, y miembro de esa mayoría silenciosa de hombres que han decidido vivir la vida con un perfil bajo (perdonen el anglicismo), por temor a los dardos dialécticos que nos arrojan a la primera de cambio los integrantes de “la mayoría de progreso”, las personas de supuesto talante democrático y tolerante que apoyan sin fisuras al Señor Rodríguez Zapatero: franquista, fascista, maltratador, asesino de niños, etc. La realidad es que este apóstol del buenrollismo ha ido creando, desde los atentados del 11 de marzo de 2004, de un modo solapado y sutil, pero tremendamente eficaz, un clima de convivencia irrespirable que no tiene precedentes desde 1978, habría que remontarse a su añorada Segunda República para encontrar un fenómeno parecido. Su jugada maestra (y a esto ha contribuido mucho la derecha con su torpeza habitual) ha sido culpar al contrario de crear este clima de crispación. Evidentemente, esta labor no la ha llevado a cabo el PSOE por sí solo, sino a través de “proxies” (perdón por el anglicismo, una vez más): su poderosísimo acorazado mediático, totalmente hegemónico en el sector audiovisual, los “intelectuales” adictos a su causa, los artistas parasitarios y prebendarios, payasos, titiriteros, y todo el “establishment” (otra vez, lo siento) ideológico que el partido de los 100 años de honradez se empleó a fondo en crear en el período 1982-1996. El objeto de este blog no es convencer a nadie de la bondades del liberalismo, sino ir desmontando uno a uno los tópicos y clichés de los que se vale la pesudoideología zapateril (la palabra socialista le viene muy grande) para mantener a su electorado soliviantado, con las espadas en alto y dispuesto a movilizarse contra el posible regreso de la España negra, simbolizada en una gaviota azul sobre fondo naranja. Como este tema es un poliedro con muchas caras, me dará la oportunidad de exponer mi opinión sobre temas que no son estrictamente políticos, sino más relacionados con los usos, costumbres e ideas dominantes en nuestra sociedad (la sexualidad, la religión, la interpretación del pasado, la visión del futuro, etc.). Tengo pocas esperanzas de que las cosas vayan a cambiar en un futuro inmediato, así que la única salida viable es el exilio, pero no quiero exiliarme sin dejar constancia de mis motivos.